lunes, 26 de enero de 2015

CLOCKWISE DO TIC-TAC

Tarde de sofá y películas. Un beso robado sin intención, un beso que declara todo el amor, pero que ni llega a la mitad de lo que quiere expresar. Una intención no reclamada, pero muy deseada. Una mano que separa la ropa del cuerpo, una mano fría que hace que un hombro escape, tembloroso de su roce. Y luego, otro beso, pero no uno normal, no. Un beso ahogado en una risa suave. Una chica que se sube sobre él chico, juguetona, una mirada que lo dice todo sin la necesidad de palabras. Los meses viviendo juntos les han dado esa capacidad de conocerse de tal forma y de gritarse como si llevaran años casados, para luego hacer el amor como chiquillos apasionados. Una botella de cocacola vacía sobre la mesa de café que bien podría ser de champán, unos cereales y algo más, desparramado, porque hoy sólo quieren estar juntos. Hoy solo desean ser el uno del otro. Los trabajos y obligaciones en el día a día no les permiten más que un par de horas de disfrutar unidos. Y saben bien que eso es todo lo que desean, estar juntos cuando se lo permita el reloj, estar unidos siempre, de la mejor forma posible. Seguir amándose cómo enamorados cada día, retando a esos siete días que dicen que solo dura el enamoramiento, porque ellos llevan meses y meses juntos, horas disfrutando el uno del otro (en la distancia o en la cercanía), minutos amando la sonrisa que les dedican y siguen tan enamorados cómo ese primer día, como en esa mirada a través del vagón, de punta a punta, la flecha los atravesó y murieron para empezar a vivir siempre.

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