Calor a escondidas

Cruzan una mirada sin significado, una mirada que no dice nada. Pero que oculta secretos. Son amigos por el día y amantes por la noche, escapan juntos de la rabia y de la impotencia, se desfogan uno en los brazos del otro sin compartir nada. Besos, caricias y deseos que nadie conoce, de los que nadie habla, sobre los que nadie opina. Secretos guardados en el mejor de los cajones, ocultados al sol y solo comentado por las estrellas. El disfruta perdiendose entre sus piernas. La chica sueña cuando esta dentro de ella. Ahora, en compañia de los amigo rien y juegan, imaginan y piensan. Esa noche de nuevo estarán unidos, uno en el otro, sin que ni lenguas ni opiniones lo impidan. Se quieren, pero tampoco lo sienten. No quieren amar, no quieren sufrir, solo disfrutar y encontrar placer. No han de perderse ninguno en los brazos del otro si no quieren, es un pacto de mutuo acuerdo. Un guiño que le envia desde el otro lado a la joven, si esta noche voy a volver a ser tuyo, le dice ese gesto a la chica. Y tiembla. Sueña... ¿que le hará? En su relacion han de ir cambiando las cosas, no rendirse nunca a la monotonia, encontrar siempre cosas nuevas por hacer. Y, al caer la noche, un sonido en su movil la avisa de su llegada. La casa, vacia, con olor a velas recien apagadas. Ella, desnuda salvo por su bata de ducha, aun mojada y con el corazon a punto de salir. Le abre la puerta principal y espera hasta escuchar el ascensor en el rellano para abrir la de su casa. Le coge, le agarra. Aprieta su cuerpo contra el de ella, le siente, le huele. El la besa, la toca, palpa su humedad, se excita, se inyecta en sangre, la adivina bajo la ropa. Pasan a su cuarto, entre cierran la puerta. Ella, desata su bata, la tira al suelo, deja que su desnuded escape. Le obliga a sentarse. Abre sus pantalones con cuidado, los quita, estorban, quiere hacerle sentir que es suyo y que solo ella manda. Se arrodilla, le hace levantar la mirada al techo con los ojos temblando. El agarra su pelo, aun chorreando, y lo sujeta con cuidado, no quiere molestarla. Las frias gotas que caen sobre el cuando hace un movimiento brusco consiguen lo imposible. Excitado, la levanta y la coloca sobre sobre su regazo, la besa suavemente, le aparta los mechones que mojan su espalda, la acaricia. En esos momentos le gusta hacer como si ella fuera su princesa. Se tumba sobre la cama de aquella joven loca mientras la abraza. Mas besos y caricias que los condenan a desearse. Lentamente, muy lentamente el se esconde en su pecho, le da pequeños besos y dulces lametones por sus senos. Sin soltarla de su abrazo, cambia posiciones, la coloca bajo su cuerpo y la recorre con la mirada. Ella se sonroja, y salta a su cuello victoriosa. A el le gusta lo que ve, le gusta su cuerpo y le gusta poseerlo. El la aparta, y poco a poco, va bajando con sus labios rozandola en todos lados. La va excitando, devolviendole el juego. Toquetea su sexo y al final, termina besandolo, perdiendose en el, al mismo tiempo que pierde la partida: siempre gana ella, el es quien mas se excita. Al final, la toma, entra en ella despacio, pero hondo, sin hacerla daño pero con brusquedad. Ella, queriendo llevar las riendas, sube sobre el y sentada, lo guia hasta la perdicion. El, sentado con las piernas estiradas y teniendola a ella encima con sus piernas rodeandole, encuentra el climax de la vida, deja escapar un hondo suspiro y se abraza mas fuerte a ella en esos ultimos momentos. A su vez, ella desprende un grito de su garganta que despierta los sentidos de el, haciendole saber que es el mejor con el que podria disfrutar. Y tras unos cuantos besos y caricias mas, se duermen, ella sobre el y el rodeandola con un abrazo que, al igual que su relacion, no significa nada. Porque su cuento no existen las historias de amor imposibles, pero si los principes y las princesas con finales felices.            

                                                              .Bea.